jueves, octubre 09, 2008

Algo antigüo de Gerardo Cruz Grunerth - Publicado en Technikunst hace ya algun tiempo.

A continuación, un escrito de Wakko (asi lo apodamos) un gran amigo que es escritor. Esto que viene a continuación esta incluido en una revista electrónica que dejamos de publicar hace cosa de 1 año, pero que todavía puede verse su cadaver en la red ( http://www.technikunst.blogspot.com/ ) lo primero es una breve semblanza de Wakko ( Gerardo Cruz Grunerth ) escrita por un servidor y después ...un cuentito de él mismo, increible. Espero lo disfruten:

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Gerardo Cruz Grunerth es estudiante de la licenciatura en letras hispánicas en la Universidad de Guadalajara y labora como periodista. Colaborador y director de revistas independientes y coordinador en editorial Aagorhod. Fué becario del FONCA en 2004 y actualmente trabaja en un libro. La escritura de Gerardo es increiblemente sencilla pero llena de recovecos. El leer uno de sus escritos (como el que nos brinda en esta ocasión) es adentrarse en un mundo de difícil expresión para la mayoría de los mortales y de buen gusto para todos los lectores. Gerardo tiene la capacidad de expresar en pocas palabras lo que muchos haríamos en varias guías telefónicas. Dinámica y nunca monótona, su escritura nos brinda aire fresco para los ojos que buscan algo nuevo en el horizonte de las letras.

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Compóngase cualquier mala mueca; problema de pies

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Usted:
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Tenemos tantas venas por dónde recorrer las ciudades mis pies y yo, sin embargo, pareciera que los pies declaran su negativa a hacerlo, a obedecer (valga la insistencia en los pies) al pie de la letra. El mismo cuento es con zapatos, con tenis, patas de gallo, cualquier tipo de calzado, simples calcetines o hasta descalzo. Si por ellos fuera (y así es) todas las rutas a cualquier punto habrían de pasar primero por su mal alumbrada banqueta, seguir un poco hasta dar con el número 160 de la calle que tanto les gusta. Luego de eso, el camino se multiplica en cuantos caminos sean necesarios para llegar al hospital, al banco, la casa de la abuela, incluso al mar.
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Anoche me trajeron a la playa, la revelación sucedió cuando, desnudos los pies, escribieron con el dedo gordo sobre la arena: 160. Todos los caminos llevan a Roma. Luego se quedaron quietos sintiendo la humedad y el bochorno de la noche; olas golpearon la orilla y el dedo volvió a escribir, ahora: Todos los caminos son un solo camino.

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Sin embargo, usted al recibir la presente quede tranquila, ellos seguirán llevándome por donde siempre; mas no piense en cambiar de casa o modificar los números 160 por 106, no, no es necesario. No hay peligro, no hay truco ni imán; los pies me llevan, usted a veces duerme, yo a veces toco el timbre para saludarle, o timbro y corro y me oculto tras de un poste.
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Ya le digo, es sólo una travesura pedestre de mentira, que a la vez es la pura y callosa realidad.
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Con cariño, mis pies y su servidor.

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